Flores del desierto.
Jael Uribe leyendo discuroso en Grito de Mujer 2016 Madrid, España |
Por jael Uribe
Una tumba de arena, eso merecen…
Una piedra no basta, ni un corte, ni podernos en el cuello una soga que expíe todas las transgresiones que hemos cometido por estar vivas, por ser mujeres, por atrevernos a ser nosotras. La lapidación, la horca, la ablación, los ataques con ácido en señal de repudio, las violaciones constantes a nuestras leyes y a nuestros cuerpos. Crueles castigos que no parecen de humanos, sino de bestias.
¡Tantas fronteras conquistadas y aún, no logramos remover la estrechez en nuestras mentes! No han bastado nuestras luchas por alcanzar un lugar de respeto en la historia, fuera de las muchas tragedias, sino que también hemos tenido que pavimentar nuestro camino al éxito con la sangre de las nuestras, literalmente, para ser escuchadas, para logar un cambio, para que se oiga nuestro grito. ¡Ya nos han torturado bastante! O acaso ¿me equivoco?
Una piedra y una tumba de arena llaman a gritos el nombre de nuestras muertas, de nuestras flores del desierto:
- Soraya Manutchehri (Irán, 1986)
- Du'a Khalil Aswad (17 años, Irak 2007)
- Bibi Sanubar (Afganistán 2010)
- Asha Ibrahim (Somalia, 13 años)
- Farzana Parveen (23 años, Pakistán)
¿Y qué de los otros nombres, de las muertas que desconocemos? Las cientos de mujeres y niñas muertas en Juárez, las miles de niñas que a los 9 años ya son consideradas mayores de edad en Irán para casarse y que son lapidadas tras denunciar que han sufrido alguna violación a las autoridades que juraron por la justicia. Niñas como Leyla Mafi, de 9 años, vendida como prostituta por sus padres y que tras sufrir varios embarazos, fue violada por sus hermanos y condenada a muerte por tener "relaciones incestuosas". Ella, al igual que muchas, muertas por sus familiares, muertas por la sociedad… ¡muertas todas de manos de sus padres y hermanos!
Pero no sólo en Irán hay muchas Leylas, hay montones en tantos países, que sería imposible enlistarlos. En Nigeria, donde se práctica lapidación en 12 de sus 36 estados; también en Somalia, Indonesia y en Irán, (donde el índice de muerte por esta práctica es el más alto registrado), otros países también la acogen en sus leyes como Afganistán y Emiratos Árabes Unidos.
Fue en Irán justamente, donde se estableció todo un código para las lapidaciones, donde mayormente sus víctimas son mujeres: “Que la piedra utilizada no sea demasiado grande, como para matar inmediatamente, ni demasiado pequeña como para que no cause ningún daño". Piedras pequeñas para prolongar el sufrimiento hasta la muerte, especialmente en casos de adulterio" o por crímenes de honor contra la propia familia. "Si la perdonan, sólo recibirá latigazos, y si no, se le ejecutará públicamente”. Se le enterrará en una tumba de arena, para que tenga posibilidad de escaparse, y evadir las piedras. ¿Evadir las piedras? Si así fuera, la víctima sería perdonada. Pero ¡ay! de si se confirma que sigue viva luego de haberse ejecutado la sentencia, entonces se procederá a enterrarla nuevamente y a apedrearla de nuevo hasta terminar el “trabajo.”
Según los gobiernos, hablar de la abolición de la pena de muerte en Irán u en otros países es una perspectiva que ninguno de ellos contempla. Dicen que es un proyecto "demasiado ambicioso” como para tomarlo en cuenta. Al parecer así de caros son los sueños para nosotras, que siendo mayoría, nos siguen oprimiendo de tantas formas. Nos callan y atan las manos hasta hacernos sentir que finamente, no podemos cambiar nada.
Muchos son los inescrupulosos que se divierten con la muerte, "La gente acude a las ejecuciones públicas como si fuera un circo" y son felices si se les permite arrojar alguna que otra piedra. ¿Qué clase de Dios de odio inexistente es aquel que hemos creado? ¿En qué lugar está escrito que una mujer, madre de la vida, es menos que los perros y las bestias?
¿Y las niñas cuyos hímenes han sido mutilados? ¿Qué de las más de 200 niñas de la aldea de Chibok secuestradas en Nigeria? de las que se sabe muchas han cometido suicidio luego de haber sido violadas y vendidas a los más crueles y sádicos magnates del régimen, si es que han tenido la suerte de seguir vivas, tras haber satisfecho el apetito de decenas de soldados.
Sólo sabemos de algunas pocas, cuyos nombres conocidos, corrieron la fortuna de seguir con “vida” y contar con el apoyo internacional para sacar a la luz pública sus historias; sólo por eso se han visto forzadas a vivir con miedo, huyendo, ajeándose indefinidamente de sus casas.
- Amina Lawal 2002 (Nigeria)
- Safiya Hussaini 2002 (Nigeria)
- Intisar Sharif (sudan) 2012
- Sakineh Ashtiani (Irán) 2010
¿Cómo puede cualquier forma cruel y arcaica de tortura pervivir en este siglo de “avances,” alimentándose con la sangre de mujeres inocentes?
¡Son mucho más las sin nombre! La que se sabe fuera acusada de adulterio en enero 2015 a quien lapidaron hasta que la dieron por muerta, quien luego se levantó para intentar huir y uno de sus verdugos le apuntó con su arma para rematarla. Ella fue perdonada, ya que algunos de los “piadosos” presentes les pareció que después un castigo tan brutal, aquello no podía ser otra cosa que un milagro, y que Dios -después de todo- había decidido perdonarla. Y la dejaron ir, no sin antes decirle que debía "arrepentirse".
¿¡ARREPENTIRSE!?
¿A qué clase de vida arrojamos a estas mujeres tras un trauma como el repudio de su familia y su pueblo? Estoy hablando de los casos conocidos, pero si revisan en sus países se encontrarán con cientos de Flores del Desierto, de mujeres con un rastro de sangre en su historia.
Ninguna mujer que haya sufrido dolores tan atroces, ni que haya sido asesinada brutalmente merece que su nombre quede en el obscurantismo, ningún GRITO DE MUJER por inaudible que sea debería quedarse sumido en el silencio.
La herida de conocer que del otro lado del mundo las mujeres sufrimos los mismos abusos, con distintos nombres y la misma injusta condena de CULPABLES, pesa casi tanto como una cadena de piedras arrastrada en nuestra sangre. Es un sueño recurrente convertido en pesadilla del que nunca se despierta.
Muchas gracias.
Jael Uribe
Presidente
Movimiento Mujeres Poetas Internacional (MPI ) Inc.
Texto contenido en la Antología Flores del Desierto editada por UNARIA EDICIONES en Madrid |
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